Yo sé que mientes y te diré por qué – Consultoría en talento
¡Qué interesante sería poder leer la mente de los demás! O al menos poder darse cuenta de los verdaderos sentimientos de las personas con las que interactuamos todos los días.
En enero de 2009, la cadena Fox presentó el primer capítulo de la serie televisiva Lie to me, una historia inspirada en el trabajo del Dr. Päul Eckman -pionero en el estudio de la conexión entre las emociones y las expresiones faciales-, donde un grupo de científicos descifraba las expresiones corporales de criminales, testigos y políticos para identificar rasgos indicativos de mentira.
Gracias a esta serie, la lectura del lenguaje corporal cobró notoriedad y, de forma empírica, muchos nos convertimos en aspirantes a “polígrafo humano” buscando detectar mentiras en las expresiones de las personas de nuestro entorno.
Al estudiar formalmente la interpretación del lenguaje corporal y certificarme en detección de mentiras, aprendí que la ficción dista mucho de la realidad: he podido constatar que no sirve de mucho saber que una persona miente, mientras no seas capaz de descifrar la verdad; aprendí también que es muy importante no confrontar a las personas con su mentira y jamás hacer una observación invasiva de ellas, pues esto altera su comportamiento natural y, por ende, la lectura del mismo.
Además, existen otras condiciones que se deben considerar. Por ejemplo, Sanjida O’Conell, autora del libro Mindreading, llegó a la conclusión de que las mujeres mienten mejor que los hombres, ya que sus mentiras son más elaboradas, mientras que las de los hombres son mucho más simples. Cabe destacar que las mujeres son mejores lectoras del lenguaje corporal, probablemente derivado de cuestiones genéticas y sin duda son mejores observadoras.
Otra condición implica que las personas que son físicamente atractivas venden con mayor facilidad sus mentiras. También sabemos que es muy difícil detectar mentiras en una persona con trastornos mentales, debido a que en su mente viven las mentiras como si fueran la realidad y viceversa.
Consultoría en talento
Alimentando la morbosidad generada por el título de este blog, abordemos algunos de los gestos o comportamientos comúnmente relacionados con mentir.
1. Repetir la pregunta. A menos que estés dictando una conferencia y parafrasees una pregunta para clarificarla, en una conversación uno a uno utilizar la frase “me puedes repetir la pregunta” implica que la otra persona quiere ganar tiempo para construir una respuesta convincente.
2. Justificaciones innecesarias o dar demasiados detalles. Esto sucede porque cuando nos sentimos culpables tratamos de justificarnos; por ello, los abogados recomiendan durante un juicio, responder a las preguntas con frases de máximo 5 palabras. Cuando damos demasiados detalles e incluso hablamos de los estados emocionales de otras personas, es claro que la historia está armada a la medida de la situación. En estos casos, cuando estamos haciendo un interrogatorio, lo recomendable es romper el orden cronológico de la historia, ya que el mentiroso arma su historia en orden y puede mostrar mucha dificultad en explicar al cambiar el orden de su relato.
3. Taparse la boca mientras se habla. Si bien es cierto que este gesto puede derivarse de halitosis o por la falta de una pieza dental; también es un reflejo inconsciente de que la persona no confía en las palabras que expresa. Este gesto es común cuando alguien no tiene total certeza al dar instrucciones viales sobre cómo llegar a algún punto y pocas veces se trata de bloquear el sonido que se genera en la boca.
4. Frotarse la nariz mientras se habla. También conocido como efecto “Pinocho”, pues al decir una mentira da comezón debido a que la nariz es un órgano que posee gran número de terminaciones nerviosas que reaccionan a hormonas neurotransmisoras que segrega nuestro cuerpo cuando mentimos. Es necesario aclarar que tocarse la nariz también puede originarse por una reacción alérgica al entorno o por una molestia generada por una sustancia compleja y adherente de origen biológico producida por células calciformes del epitelio cilíndrico que cubre la superficie de los órganos expuestos al ambiente externo como método de protección; es decir, un moco.
5. Taparse los ojos. Este acto ocurre inmediatamente después de decir una mentira. El mentiroso se siente culpable, no quiere ver el daño provocado por su dicho y evita mirar a la cara a las personas a quienes miente. Normalmente, esto sucederá en una mentira no planeada e incluso en una inocente; por el contrario, el mentiroso profesional mirará fijamente a la persona para identificar si la mentira tuvo efecto.
6. Contacto visual y lenguaje corporal no sincronizado. Una señal característica de una declaración falsa sucede cuando nuestro interlocutor no sigue con los ojos el movimiento de sus manos; es decir, podría estar señalando hacia la derecha, pero mantener la vista al frente. Este es un claro indicio de mentira y es común verlo en niños menores de 6 años, así como en adultos bajo situaciones de presión en las que se exigen respuestas aceleradas.
7. Agresividad injustificada. Cuando una persona tiene una respuesta exaltada puede ser producto de una condición conocida como “culpa y subversión”, o sea que la persona reacciona de manera agresiva como medio de distracción, se hace la ofendida y se victimiza. Otra manifestación agresiva similar es la perorata, la cual consiste en realizar un discurso vehemente, largo, poco oportuno y que, incluso, puede llegar a carecer de sentido.
Sin embargo, debes ser cuidadoso con estas señales pues si bien es cierto que son indicadores de una posible mentira, no significa que la presencia de alguno de ellos sea prueba irrefutable de que nos mienten; es importante valorar el contexto de la situación, gestos o comportamientos comunes de la persona y, principalmente, la congruencia de la interacción, pues es justo aquí donde las incongruencias sumadas con los comportamientos antes descritos nos darán certeza de la mentira.
Con esta información, ya cuentas con elementos para identificar una posible mentira; tu reto será descubrir las razones de esta e investigar la verdad. La lectura del lenguaje corporal es una disciplina 100% científica que requiere de mucha observación y análisis; por ello, es importante que si te atrae el tema sigas buscando información que te permita profundizar.
Finalmente, recuerda que la psicología indica que las personas mentimos cuando consideramos que la otra persona carece de la capacidad para hacer frente a la verdad. Así que será mil veces mejor escuchar la verdad a que nos mientan bonito.
C.P. Arístides Ramírez